La guardias se hicieron a uno, pero como la situación se mantenía estable, y el piloto llevaba casi 20 horas gobernando sin sobresaltos, el capitán decidió que las guardias se hicieran en cabina, con ojeadas al radar, rumbo y velocidad del viento, y saliendo a la bañera cada media hora. Así pues, noche bastante tranquila. Y 4 horas de sueño seguido en cabina, que se agradecieron.

Por la mañana el viento rola un poco, aunque se mantiene entre los 20 y los 25 nudos; pasamos al través / un largo, por lo que además el barco se mueve bastante menos y es un situación un poco menos “mojada”. Volvemos a ampliar el génova con 2/3 desenrollados y seguimos con dos rizos en la mayor.

En el interior del barco todo vuelve a la normalidad. El capitán dice que quiere comer la lata de Fabada Litoral que nos regaló Alfonso del Tracsa, y aunque tenemos abundante comida fresca, damos fe de ella. De postre, macedonia de frutas naturales, con piñas pequeñas de Sao Miguel, que para algunos, son las mejores del mundo.

A las 18:00 horas, y como estaba previsto en los partes, el viento nos rola a NW, de 20 nudos, y se nos coloca casi por la aleta de babor. También damos un rumbo un poco más al sur, más directo a Cabo San Vicente. Tenemos que reducir el génova otra vez, y por unas horas tenemos que llevar el barco a mano, pues se combina la nueva situación con una ola grande y larga de través, que pensamos irá desapareciendo poco a poco durante la noche.

Esta noche volveremos a la situación normal, con guardias de a uno en bañera.